José Lorenzo Esteban (53 años) llegaba al Mundial de ciclocross máster de Mol (Bélgica) con la ambiciosa ilusión de meterse entre los diez primeros del Mundo en categoría M-50. Pero sorprendió a todos con su resultado final: acabó quinto. Un sueño hecho realidad que supone el mejor resultado de su vida y que le coloca como el mejor español de la categoría. Una victoria de un profesional humilde de InterSport Irabia que compagina su trabajo en la tienda -sección de ciclismo- con su máxima pasión, la bicicleta.
Su cara es ahora la de un hombre feliz, muy agradecido a su familia y sus compañeros, que sabe que el esfuerzo de todo un año ha merecido la pena. Ahora es el quinto mejor ciclocrossista del mundo de su categoría y el mejor de España. El rey de la arena de Bélgica.
¿Te esperabas este resultado?
Ni por el forro. Soñar es fácil, pero aquí o hay piernas o no hay nada que hacer. Sabía que podía optar a meterme entre los diez primeros, estaba convencido. Había corrido tres mundiales y me había quedado en el límite. Sabía que meterme por encima era difícil o imposible.
¿Y qué sucedió para quedarte quinto?
Mi parte, que era entrenar, estaba. Había empezado el año suave para llegar bien aquí. Descarté los objetivos de principio de temporada e hice una preparación a un mes vista, con preparación de los tramos a pie. ¿Qué me ha favorecido? Aquí el factor suerte cuenta muy poco. Una caída o una avería es parte del juego. El factor suerte solo cuenta en la salida (se sortean las posiciones de salida sobre una parrilla), en la que yo salí en tercera fila, en la posición 24. Me tocó una buena posición y tenía claro que la primera media vuelta era clave. Y ahí me la jugué pero bien. Tuve un par de toques y un par de caídas, pero no perdí puestos.
¿Cómo te preparaste para este circuito?
El ciclocross, en nuestra edad, se corre a 40 minutos sobre un circuito de más o menos 3 kilómetros. Había visto vídeos de ese circuito y sabía que los profesionales hacían 7 minutos por vuelta. Yo sabía que nos íbamos a ir a 9 minutos. Sabía lo que tenía que hacer en cada vuelta y, el día anterior, vi que nos íbamos a ir por encima del minuto y medio de carrera a pie, por lo que este año me preparé. En definitiva, hice una buena salida, el circuito de arena me favorecía y había largos tramos de carrera a pie. Yo soy más técnico que potente, no hay más que verme. Con 63 kilos de peso, en la arena me quedo.
¿Cómo mantuviste la concentración?
Yo creía en mis posibilidades y un mundial es un mundial. El quinto puesto ni me lo esperaba. Encima me queda la cosa de que llegué a ir tercero. Quizás en mi segunda caída tuve un fallo de concentración, porque había una duna delante de mí, levanté la cabeza y me detuve a pensar en que iba tercera. Pero la duna era de arena blanca, no pillé bien la rodada y me caí al suelo... Pero bueno, las caídas son parte del juego y no perdí los papeles. Tenía piernas y tiré para adelante.
¿Qué sentiste al llegar a meta?
Un subidón que todavía no he asimilado. Quién me lo iba a decir...
¿Esta resultado afecta de alguna forma a tus próximos objetivos?
No, para nada. Tenemos una edad y esto es un hobbie. Lo hago bien, pero hay una familia detrás. Llevo tres meses en los que casi no voy a ver los partidos de mis hijos y justo puedo llevarles a los entrenamientos. Los hijos son cosa de dos y tengo claro que ahora paso página y prepararé el año que viene. ¿Repetir el Mundial? No lo sé, día a día...
¿Y a corto plazo?
Ahora mismo viene el campeonato de Euskadi, el 24 de diciembre, y el campeonato de España, el 6 de enero. La mejor parte de todo esto es que estoy en el mejor momento, en el momento oportuno, que es lo que yo quería. La he clavado.
¿Cómo es tu preparación?
Este año empecé muy suave y hasta junio no me puse las pilas. Primero, con el fondo, para meter una base. Y notaba que iba justo. Metí mucha carga, con una hora y media o dos horas con intensidad. A partir de septiembre empiezas a meter calidad: mucha serie de umbral, mucha serie a ritmo de competición, muchos entrenamientos de técnica... Y luego, ir a las carreras. Y para estas últimas semanas, con días de hasta tres sesiones: la que tocaba, carrera a pie y electroestimulación para meter fuerza explosiva. ¿Qué ocurría? Que me decían que este año estaba flojo. Pero yo les decía que la preparación era para el campeonato del mundo. Y una semana antes del Mundial, gané una carrera.
¿Y qué cosas mejoraste?
Empecé a hacer series más largas para mejorar el bajón que me entraba a la vuelta y media. En vez de hacer 35 minutos en series de 7 minutos, empecé a hacer dos series de 18 minutos. Con eso mejoré el momento de crisis y también metí carrera a pie. Tampoco conseguía calentar en condiciones y tenía que mejorar eso. Me pregunté, ¿qué está fallando? Y me centré en que nadie me molestara en el calentamiento, ya estaba en competición.
¿Qué bicicleta preparaste para el mundial?
Yo tengo dos: una Focus Mares CX, que la vendemos en Intersport Irabia, y otra con un cuadro Fondriest pintado por Xabigo. ¡Ah! Y una cosa importante de la que me he dado cuenta este año es que en arena hay que meter rueda de perfil. Y yo no tenía, fue otra cosa a mejorar. Si vamos el año que viene, lo corregiremos. ¿Habría ido mejor con rueda de perfil? Quién sabe...
¿Y por qué engancha el ciclocross?
La verdad es que es un deporte que engancha. Yo empecé en carretera, pero el ciclocross ahora no es como el de antes. Ahora lo que ves es muy buen ambiente, algo que se ha perdido en mi categoría en carretera. Y en mountain bike se tiende a radicalizar muchos los recorridos con circuitos de copa del mundo. Por eso el año pasado ni competí.
¿A quién le dedicas este quinto puesto?
A mi familia, porque son los que me aguantan, a mis familiares y a mis compañeros.